No se puede escribir estando muy triste o muy alegre.
El exceso de tristeza cae en desesperacion, y nada poetico puede salir de alli. La alegria desmesurada se desvirtua en exaltacion, nublando nuestros sentidos.
De esta forma, transitando los extremos, nunca somos dueños de nosotros mismos y eso se traduce en las ideas.
El mejor estado, literalmente hablando, es el de la melancolia. Estamos parcialmente dañados pero aun nos aferramos a la vigilia de un estado anterior de felicidad, que generalmente, se desvanecio.
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